Comentarios de la Bahía

Por Nayar Araiza López

El nacionalismo revolucionario de AMLO

 

Para infortunio de los dogmáticos radicales, el próximo mandatario nacional AMLO, ya cambió su discurso y retrocede en muchos temas, porque no empatan con la realidad, ya que no es lo mismo algunas de las promesas inviables de campaña que hizo, que el ejercicio real del gobierno, principalmente en temas con impacto en la economía.

Su ideología no es de izquierda, ni socialista, ni demócrata, es marcadamente del denominado «nacionalismo revolucionario», por eso se ganó la adhesión de connotados personajes de la vieja guardia del PRI, a final de cuentas ese es su origen, hasta fue dirigente estatal priísta en Tabasco.

Esa es la explicación de su coincidencia con Manuel Bartlett, (que ha combatido a los neoliberales arropándose en el PT) Elba Esther o Manlio Beltrones, quienes lo apoyaron y por solo mencionar algunos, de los muchos que abandonaron el PRI para subirse a su barco, en el fondo admiran su investidura de factótum.

Plutarco Elías Calles, para controlar el poder, aglutinó a las diferentes fuerzas políticas dispersas por el país, que se mataban a balazos por los cacicazgos regionales, fundando el Partido Nacional Revolucionario, que le dio origen al PRI.

Elías Calles mandó, hasta que Lázaro Cárdenas termina con su poder fáctico, cambiándole el nombre al PNR, por el de Partido de la Revolución Mexicana y retomando las causas sociales por encima de los privilegios de los generales, incorporando a su gobierno las propuestas de los sindicatos, los campesinos y la demanda de la educación, consolidando el nacionalismo con la expropiación petrolera.

Hoy, gracias a la democracia, ya no hay revueltas armadas para capitalizar el hartazgo social, pero es similar en tanto a controlar el inmenso poder que recibirá el 1 de diciembre, con mayoría insuperable en ambas cámaras, AMLO al igual que Calles, consolidará a su partido MORENA, para cohesionar y controlar la gran amalgama de liderazgos y grupos políticos que se le sumaron y que desfondaron al PRI, al PAN y al PRD de su militancia.

El riesgo indiscutiblemente es el regreso al autoritarismo de la Presidencia imperial, como dijo Enrique Krause, sin una oposición real que haga contrapeso a los excesos políticos, ya que pasarán por lo menos tres años, para que el PRI, el PAN y lo que queda del PRD, se reorganicen y reestructuren como verdaderos partidos.

Esta también es la transformación a la que hace referencia Andrés Manuel López Obrador. Claro que sí.

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